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lunes, 21 de diciembre de 2009

¿Gracias por haber aprendido a hacer tragos?

Con Mónica las cosas están siguiendo su curso pero muy lento, tal vez en una táctica de "pendejada" o algo así comencé a salir con otra chica (solamente por que la pasamos bien).
Las noches que no ve a Mónica me veo con Melissa, digamos que es un escape a la rutina de soltería. A Meli, la conozco hace mucho tiempo, ha sido una de esas fieles compañeras que siempre están para ti, pero tienen enamorado. Es la típica chica linda, alta y espigada como ella sola, creo que debería ser modelo pero no le da la gana. Muchas veces hemos cancelado salidas por cuestión de tiempo, ella ya trabaja y es muy responsable.
El día viernes Mónica no se comunicó conmigo así que decidí hacer ciertos planes para la noche, cogí el nextel y la llamé, pero nadie contestó.
Horas más tarde, en mi tercera semana de soltería me encontraba en mi casa con una jarra grande de margaritas (creo que el ver Dos hombres y medio, me está afectando mucho) y cerca de las 11.30 pm suena el bendito aparato. Era Meli, disculpándose por no haber contestado mi llamada antes. Mis padres han salido de vacaciones y se han ido de viaje junto con mi hermano, la empleada de la casa creo que ha salido, así que me encuentro completamente con la casa a mi disposición. Rápidamente la invité a mi casa, ella aceptó así que comencé a maquinar la velada.

Años atrás moría por Meli, pero o yo estaba con alguna relación pasajera, ella con novio o yo con novia y ella sola, en fin miles de impedimentos surgieron y nunca llegamos ni a darnos un puto pico. Estaba seguro que esa noche iba a ser distinto, ella se encuentra soltera y yo también, así que era la oportunidad perfecta para comenzar algo.

Media hora después Meli, se encontraba tocando la puerta de mi casa. Estaba vestida como una diosa, tacones altos aguja, una vestido negro delineaba su cuerpo; me sentí mal estaba yo en pijama y ella me dijo: “no vamos a salir” y yo contesté “creo que no”.
En fin, pasamos, le ofrecí una margarita y ella me dijo que deseaba algo más suave, visité mi bar y vi que podía preparar un Cosmopolitan, saqué las copas martinis, la cereza, mezclé los ingredientes con media onza más de licor (uno nunca sabe lo que pasa, ni para quien trabaja), enfrié la copa y se lo serví. Sus labios pintados me llamaban mucho la atención, imaginaba posar los mios sobre los de ella y fundirnos en un beso, largo, tórrido y placentero. Comenzamos a conversar mil y un cosas, recordar cosas de sus ex y de las mías, en fin paso el tiempo vinieron más margaritas y vinieron mas Cosmopolitan. Ya eran cerca de las 230 am y sonó su teléfono, decidió atenderlo y me dijo que sus amigos se encontraban en Aura y que quería ir. Le dije me esperas 15 min, ella asentó con la cabeza.
Le dije que pase a mi cuarto y que me iba a bañar con la puerta abierta con el fin de poder seguir conversando, ella me dijo que solo necesitaba que le prenda la televisión y así lo hice. Le sugerí que escoja la ropa con la que quería que vaya y ella escogió una camisa que me queda un tanto ceñida, un pantalón jean oscuro. Pasé al baño, mientras me afeitaba conversábamos, luego me metí a la ducha, me bañé en 10 min, cuando salgo la encuentro tirada en mi cama.
Sí, estaba tirada en mi cama completamente dormida y sin muchos ánimos de salir. Me preguntó si podía quedarse a dormir en mi casa y yo le dije que sí, me pidió un polo para usarlo como pijama, se cambió en el baño y salió.
Se le veía linda, tenía un aire medio salvaje en ella yo estaba recién bañado tirado en mi cama, viendo televisión se acostó lentamente en mi pecho me dio un beso en la mejilla, sonrió y conversamos:
- ¿Por qué nunca pasó nada entre nosotros, crees que sea demasiado tarde?”
- “Hell”, no, como se te ocurre, nunca es tarde, es más creo que sino pasó nada entre nosotros hasta ahora es mejor así, ahora estamos un poco más maduros y no somos los chicos engreídos de antes.
- Sí, tienes razón fácil puede pasar ahora
Mis hormonas se alborotaron, el cuarto olía a feromonas, mi presión arterial había aumentado y mis orejas me quemaban, ella me veía con esa cara de niña mujer salvaje, sus ojos marrones claros denotaban deseo pero tontamente atiné a decirle:
- Vamos con calma.
Me dio otro beso, esta vez en la nariz, se recostó en mi pecho y se quedo dormida.
La contemplé prácticamente toda la noche. A la mañana siguiente, me desperté le serví el desayuno en la cama, se vistió, me dijo lo bien que la había pasado, me dio otro beso en la nariz, prendí el auto de mi madre y la llevé a su casa.

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